Santiago de Compostela, los años jubilares y el botafumeiro

Galicia

Santiago de Compostela, los años jubilares y el botafumeiro

LOS AÑOS JUBILARES

Cuando la festividad de Santiago Apóstol (25 julio) cae en domingo, ese año es SANTO o JUBILAR, es decir, la Iglesia concede indulgencia plenaria (remisión de la pena) a los creyentes, bajo estas condiciones:

    - Visitar la catedral y la tumba de Santiago

    - Rezar alguna oración (al menos, el Creo y el Padrenuestro)

    - Recibir los sacramentos de la penitencia y la comunión

Alrededor del año 820, el ermitaño Pelagio le sorprendió una repetida lluvia de estrellas o cascada de luz. Su obispo de Iria Flavia, Teodomiro, identificó el cuerpo de Santiago y se lo comunicó al rey asturiano Alfonso II el Casto.

Unidas la buena fe de las gentes, el empeño de la iglesia y la interesada colaboración del poder civil, la riada de peregrinos se hizo imparable. Sobre todo, tras la "intervención milagrosa" del apóstol y su caballo blanco en la batalla de Clavijo (23 mayo 844). Y más aún desde que, en 1122, el Papa Calixto II - cuya decisión ratificó Alejandro III en 1179- instruyera el Año Santo Jacobeo, celebración que se repite según un ciclo de 6 + 11 + 6 + 6 + 5 años, es decir, el 2010, 2021, 2027...

EL BOTAFUMEIRO

Su origen fue litúrgico, en honor de Santiago; más tarde, primaron las razones higiénicas, porque urgía sahumar la catedral, apestada de las miasmas corporales de los peregrinos que, húmedos de lluvia o de sudor, se guarecían en sus naves. Esta costumbre de pernoctar en la catedral perduró hasta el 25 de julio de 1786. Desde el siglo XIV, usaron un gran caldero de plata donde se quemaban resinas aromáticas. Pero ese vuelo de algodones plateados, de humos desmelenados como crines al viento, ese vaivén que nos suspende y arracima, es renacentista y se inicia con la donación de un gran pebetero de plata, ofrecido por el rey Luis XI de Francia en 1544. Durante 48 años, el botafumeiro y su vuelo estuvieron soportados por "vasta armazón de gruesas vigas", que dejaba sin luz al coro, por lo cual fue sustituida en 1602 por 4 arcos cruzados y 2 poleas, todo de hierro, de donde cuelga una maroma de 21 metros, a la que se amarra el incendiario. Este artefacto de hierro dorado, que pesa 80 quintales, se forjó en Vizcaya y sigue aguantando el movimiento del incensario, de un lado al otro del transepto, de norte a sur, entre las puertas de Azabachería y Platerías, hasta alcanzar los 20 metros de altura. Al columpiarse, a casi 70 metros por hora, traza un arco de 80 metros, tras repetidos impulsos de los 6 u 8 tiraboleiros con capote rojo. Parece ser que los franceses, al cabo de los tres meses en que ocuparon la ciudad, se llevaron la alcachofa de plata y el botafumeiro, sustituido por otro de hierro, hasta que, en 1851, el orfebre Losada hizo el actual de latón plateado (1,6 metros de altura y 53 quilos de peso). En el museo también se conserva otro, éste sí que de plata maciza, donado en 1971 por la Hermandad de los Alféreces Provisionales.


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